Más de 2000 millones de personas están experimentando en todo el mundo un alto nivel de estrés hídrico y la cifra se podría duplicar para el 2050.
Las consecuencias se evidenciarían en la calidad de vida de las personas, el ambiente, el ingreso de agua salada en los acuíferos costeros y el hundimiento de la tierra.
En el aspecto económico, se podría generar una pérdida de hasta 260 mil millones de dólares por año. También los cambios en las precipitaciones y el derretimiento de nieve están alterando los sistemas hidrológicos, siendo, Chile, Argentina y Perú los países más afectados en la región.
En el transcurso de pocas décadas se incrementará el riesgo de sequías, lo que afectará los patrones de consumo, la agricultura y la generación
de energía.