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Paracaidismo en el Perú: una historia de coraje, vidas salvadas y defensa del país a lo largo de 94 años

El paracaidismo en el Perú se desarrolló a finales de la década del 20. Años más tarde se formarían las primeras escuelas como la del Ejército.
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Volar, siempre ha sido el sueño del ser humano. Los primeros intentos para emular a las aves se registraron en la antigua China cuando se construyeron una especie de paraguas para bajar de las torres.

Entre pruebas de ensayo y error, que hasta involucraron animales, el paracaidismo se difundió alrededor del mundo a partir de la Gran Guerra.

El paracaidismo en Perú comenzó a desarrollarse en 1927 para ser más exactos un 27 de marzo cuando el mecánico Enrique Tavernie saltó desde una altura de 2,000 metros en Las Palmas.

Los siguientes paracaidistas peruanos se arriesgaron a lanzarse desde aviones e hidroaviones a más de 4,000 metros de altura.

La primera escuela de paracaidistas se formó en la Base Aérea de Chiclayo a finales de la década del 30. Allí nuestro héroe José Abelardo Quiñones fue uno de sus aplicados alumnos.

El 23 de setiembre de 1940 el entonces Alférez participó junto al capitán David Roca y los suboficiales Antonio Brandaríz, Carlos Raffo, Óscar Alamo, Ricardo Colmenares y Néstor Madalengoitia en una exhibición por el Día de la Aviación. Ellos saltaron desde los aviones Caproni más conocidos como ‘Panchos’.

AL SERVICIO DE LOS PERUANOS

El ejército peruano siguió sus pasos y formó en 1959 su escuela de paracaidistas que ya tiene 61 años formando a hombres y mujeres del ámbito militar y civil.

Cuando ocurrió el terremoto de 1970 los paracaidistas militares fueron los primeros en responder a la emergencia llevando ayuda humanitaria.

Asimismo cumplieron un rol importante en el conflicto con Ecuador en 1981 y 1995.

La primera promoción de mujeres paracaidistas se graduó en setiembre de 1975. Unas 260 mujeres saltaron desde unos 500 metros de altura desde cinco aviones Búfalo.

Las aspirantes a paracaidistas conocidas como ‘Paracas’ descendieron a las pampas de Lomo de Corvina en Villa El Salvador.

Además de participar en la defensa de la soberanía nacional, el paracaidismo se extendió al ámbito civil con la creación del ‘Paraclub’ con sede en Collique en 1965.

Más adelante se formarían nuevos clubs como ‘Los Ángeles Negros’, ‘Halcones’, entre otros. Posteriormente formarían la Asociación Aerodeportiva de Paracaidismo.

Cada cierto tiempo realizaban exhibiciones en Lima y en otras ciudades del Perú.

En marzo de 1970 el club ‘Los Ángeles Negros’ fue noticia de primera plana en el decano. Primero por batir el récord latinoamericano al saltar desde los 8,000 metros y luego por una campaña de solidaridad.

“Los Ángeles Negros volvieron a crispar los nervios cuando se descolgaron sobre el Hipódromo de Monterrico”, informó El Comercio Gráfico en su primera plana sobre la demostración de los audaces paracaidistas.

Los 10 integrantes del club, entre ellos Rosario de Cabrera, realizaron arriesgadas pruebas que tuvieron en ascuas a los asistentes a las carreras del hipódromo.

La nota emotiva durante la exhibición la puso el paracaidista Emilio Hernández al sobrepasar el tiempo de caída libre marcado en cinco segundos.

Fue el primero en tocar tierra pero lo hizo en el ángulo formado por las rejas delanteras de fierro que separan la explanada de las tribunas y la pista.

Hernández cayó casi a un metro de distancia donde la reja metálica termina en peligrosas puntas en forma de lanza.

La audaz exhibición fue por una buena causa: conseguir fondos para María Gracia Stoynic, joven que perdió un brazo en un accidente de aviación en Ica. Se necesitaban 180 mil soles para que viaje a Estados Unidos y le puedan colocar un brazo ortopédico.

EL SALTO DE SUS VIDAS

La década del 70 fue muy importante para el paracaidismo en el Perú, pues se realizaban constantes exhibiciones que acaparaban la atención de aficionados y la prensa.

Ejemplo de ello fue la prueba realizada por el Día de la Mujer en 1975. En aquella ocasión la exhibición fue realizada solo por mujeres.

Ante una gran concurrencia, Rosario de Cabrera, Gisella Giampietri y Sonia Gurrionero realizaron un salto impecable en el Aeródromo de Collique.

En setiembre de 1983 una joven pareja llegó al altar literalmente bajando del cielo. En el aeroclub de Collique se reunieron un millar de asistentes entre familiares y amigos de la pareja formada por dos paracaidistas.

Sara Montenegro Levy, de 26 años, era estudiante de ingeniería pesquera y campeona panamericana de paracaidismo, y César Castillo Vargas, de 28 años, piloto de Aeroperú y campeón nacional en salto con estilos.

Ambos vestidos para la ocasión y con equipos para el salto abordaron un avión Búfalo para lanzarse al compromiso desde 12 mil pies de altura.

La caída fue tan precisa que el sacerdote prácticamente no necesitó moverse del improvisado altar para consagrar su unión. Según la nota el romance surgió entre saltos.

Fuente: El Comercio