RADIO MOYOBAMBA

Papi, tú eres fuerte, yo lo sé

En honor a aquellos que están batallando.
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papá

Acabo de revisar el muro de las cuentas de Facebook de algunos de mis amigos(as) y demás contactos; en la mayoría de ellos, me he encontrado con emotivos saludos para sus padres, hijos, esposos o yernos; he navegado entre frases propias y simpáticas, y una que otra copia barata extraída del Google, acompañadas de las fotos más íntimas de los homenajeados. Pasa lo mismo cuando se revisa los estados de WhatsApp. Mensajes de ida y vuelta, todos con un solo objetivo, decir: Feliz Día Papá.

Estamos celebrando nuestro día, sí, pero, al igual que el día de la madre, lo volvemos a pasar en casa, aislados, sin la posibilidad de poder visitarnos y de poder abrazarnos; sin la posibilidad de poder compartir esa parrilla, ese café o esa chelita en tanto bailamos un cumbión.

Y tenemos como satisfacción, según nosotros, de que no tenemos ese maldito virus inserto en nuestro sistema inmunológico; meditando, creo yo, en lo que nos está sucediendo; renovando, al menos eso espero, nuestros compromisos porque esta nueva normalidad sea mejor a la que estamos dejando o de la que debimos emigrar hace mucho tiempo.

Lamentablemente, las realidades en algunas otras casas o familias son distintas; papá ya no está, papá se ha ido; y no, no se ha ido con otra familia, tampoco se ha ido de juerga, mi mucho menos de viaje sin nosotros.

Se ha ido porque se ha visto obligado a hacerlo, se fue en contra de su voluntad, el virus se lo llevó a una fría cama de un hospital, si acaso encontró una, y no lo podemos visitar. La situación no es nada fácil, todo es incierto, incluso los diagnósticos.

Los médicos no nos dicen nada, se reservan su derecho al silencio, un silencio que es incomprensible pero que debe ser entendible. Hay quienes se apuestan en las afueras del hospital, porque quieren ver a papi salir triunfante de esa batalla; mientras tanto, hay otros que se recorren las calles de la ciudad para conseguir una cuantas medicinas y ese bendito(maldito) oxígeno medicinal, la desesperación es tal que incluso colocan sus anuncios en sus redes sociales y están dispuestos a pagar los caprichosos costos que los(as) nuevos(as) emprendedores les ponen a esos elementos.

Las puertas del hospital de abren, hay un nuevo soldado que ha vencido (aparentemente) esa batalla, sabemos que la batalla fue dura, pues lo vemos totalmente atrofiado; por un momento la emoción embarga a quienes están en la calle de espera y los obliga a aplaudir, creen que es papá, pero ese, ese no es papá.

Papá sigue adentro, batallando, aferrándose a la vida, no la quiere dejar, tiene muchos planes por delante, siente que la familia los necesita, y sí, lo necesitan, necesitan sus consejos, ocurrencias, su seriedad, su calor y color.

Esas puertas se volvieron a abrir, las noticias ahora no son buenas, un soldado ha caído, lo sabemos porque es la carroza funeraria la que se abre paso. Lloramos, el corazón se destroza; no sólo nos duele la muerte, duele también el hecho de que no podemos despedirlo como se merece; allá se va, sin la posibilidad de poder abrazar ese féretro.

Al inicio de esta pandemia, es probable que más de uno haya pensado que esa realidad que se describe en los párrafos anteriores, era una realidad bastante lejana, tan lejana que no merecía atención y mucho menos cuidado.

En estos últimos días, el departamento de San Martín ha tenido un repunte en casos COVID y en muertes por lo mismo; el alcalde de la provincia de San Martín ya indicó que su cementerio ha colapsado y no soporta más entierros.

Los médicos del Hospital de Moyobamba, nos han indicado que nuestra capacidad ha rebosado; y, los médicos del Hospital de Tarapoto han decidido que su hospital se convierta hospital de referencia COVID, ya no quieren esperar al de la Banda de Shilcayo, que, de momento, ya ha tenido tres fechas de entrega. En cada una de las provincias o zonas, la población, se ha organizado para exigir una planta de oxígeno en la ciudad.

La gente sigue reaccionando, en tanto nuestras autoridades, pese a tener (según ellos) familiares y amigos con la misma enfermedad, no hacen absolutamente NADA por mejorar las condiciones del sector salud y velar porque los servicios seas de calidad.

Han decidido abandonar a la ciudadanía a su suerte, nos llaman troles, inflan costos, direccionan compras, despilfarran el dinero; nunca estuvieron a la altura del cargo, y nunca lo estarán. ¡Incapaces!, eso es lo que son; insensibles, descarados, sinvergüenzas… (y la lista sigue).

Hoy, día de fiesta, hay muchas familias que lloran la partida de ese ser; hay otras que a diario ruegan que no se vayan. Si ese no es tu caso, cuídate que es el mayor anhelo de tu padre.

Este café, se une al deseo de quienes todavía tienen viva la esperanza, y desde nuestro escritorio queremos decir a esos padres: -sabemos que son fuertes, los esperamos-

Simplemente KAJOVEPI
#Cafecito_Caliente