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¿Cómo ser más efectivo en el Estado en tiempos de crisis?

Por: Alexandra Ames
MNC Medios

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Se ha propuesto que para el 2021 se destinarán más de 84 mil millones de soles en programas presupuestales, es decir, en programas que tienen un objetivo específico respecto a la mejora de la calidad de vida de las personas. Año a año, se invierte alrededor de esta cifra esperando cumplir los objetivos para los cuales estos programas han sido trazados. Sin embargo, me pregunto, ¿realmente estamos alcanzando los resultados esperados? ¿Estamos midiendo, al menos, el impacto de estos programas?

El problema principal que he detectado es que el diseño de los programas no está orientado a que los funcionarios públicos se concentren en los factores claves de éxito que se necesitan tomar en cuenta para lograr los objetivos trazados. Sin una cultura de medición y monitoreo de avance de resultados, los funcionarios pierden el foco fácilmente, y se ven envueltos en procesos burocráticos innecesarios y cuellos de botella que no aportan valor al resultado final.

Veo a muchísimos funcionarios públicos hacer un gran esfuerzo de su parte, incluso invierten más horas de trabajo que en el sector privado, pero este esfuerzo tampoco se está convirtiendo en resultados para los ciudadanos. Por ello, otro problema relevante pero poco explorado es que los procesos de gestión interna no están siendo realmente útiles para la implementación de las políticas públicas. Trabajar en el sector público puede sentirse como en el mito griego de Sísifo, quien fue castigado por los dioses y condenado a cargar una gran roca pesada en una colina para que, una vez que ésta llega a la cima, la roca vuelve a descender una y otra vez obligando a Sísifo a repetir la tarea toda la eternidad sin llegar a la meta.

¿Qué hacemos entonces? Necesitamos urgente una reingeniería en el Estado que haga más costo efectivo el trabajo de los funcionarios. Mientras no se organice una estructura administrativa eficiente, ninguna política pública, por bien diseñada que esté, podrá ser implementada con éxito. Esta reingeniería debe apuntar, además, a desarrollar una cultura de poner el foco en lo que realmente importa. Para ello, es urgente poner al ciudadano en el centro de la estrategia de toda la administración pública.

En un contexto de aumento del déficit fiscal, necesitamos ser más estratégicos con nuestro gasto público y asegurar que cada sol invertido se traduzca en progreso para la gente. No basta con pedirle al funcionario público que se concentre en los resultados, el marco institucional debe permitírselo. A pesar de la crisis, podemos maximizar los impactos.