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Perú es el país de Latinoamérica con más gestantes infectadas por COVID-19

Más de 40 mil embarazadas dieron positivo por el virus y 76 fallecieron en nuestro país. Descuido del primer nivel de atención fue un factor clave
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La Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó, el pasado 15 de enero, su actualización epidemiológica sobre COVID-19 en la que señala que, por millón de habitantes, Perú es el primer país con más mujeres embarazadas con COVID-19 de Latinoamérica. Nuestro país tiene al 49% de gestantes infectadas de la región. Según cifras del Ministerio de Salud (Minsa) y del Colegio de Obstetras del Perú, las regiones de Lima, Piura, La Libertad y Cajamarca concentran la mitad de las gestantes contagiadas.

La decana del Colegio de Obstetras del Perú, Margarita Pérez, asegura que uno de los principales problemas es que aún no se ha dado prioridad al primer nivel de atención, a pesar de que en reiteradas ocasiones el Gobierno ha hecho énfasis en su fortalecimiento. “La atención materna está invisibilizada, al igual que los profesionales que atienden. No se está priorizando este servicio tan básico e importante”, menciona Pérez.

El primer nivel de atención está compuesto por postas, consultorios, puestos de salud, policlínicos, laboratorios y centros de salud. La desatención de este nivel no es un problema nuevo. Según un informe del Ministerio de Salud, en el 2019, el 70% de establecimientos de salud primarios del país necesitaba renovar su infraestructura y tenía un déficit de al menos 24 mil trabajadores de salud.

No obstante, durante la pandemia este problema se agudizó. Al declararse el estado de emergencia, el primer nivel de atención fue cerrado. Si se considera que este nivel realiza el 80% de los controles prenatales en el país, se puede saber que alrededor de 6 millones de gestantes y sus bebés dejaron de ser atendidas.

Si bien en junio el Gobierno reabrió la atención primaria y prometió fortalecerla, Margarita Pérez asegura que los decretos se han quedado en el papel. “El Minsa dio normas para que se garantice la atención primaria y así la atención materna, pero después de tantos meses no se ha implementado nada”, explica. En primer lugar, no se ha invertido en la atención diferenciada entre pacientes COVID y pacientes NOCOVID.Pérez apunta que existen puestos de salud en las regiones más afectadas que tienen una sola entrada para todos los pacientes, lo que incrementa la posibilidad de contagio.

Entre 2019 y 2020 la mortalidad materna aumentó en un 42,3% (pasamos de 302 muertes a 430 muertes maternas). Este incremento se debe a complicaciones de partos prematuros, eclampsias, síndrome de hemólisis, elevación de enzimas hepáticas, trombocitopenia (HELLP), entre otros problemas que pudieron evitarse con un correcto control prenatal. Más de un tercio de las mujeres fallecidas nunca tuvo este control, según el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Minsa.Después de todo el esfuerzo para reducir las muertes maternas en el país, hemos retrocedido ocho años”, dice Margarita Pérez.

En tercer lugar, no ha habido una adecuada articulación de referencias con los hospitales. Pérez señala que los hospitales no reciben a las gestantes que requieren una atención más especializada. “Nos dicen que no hay cama, que no hay lugar suficiente para atenderlos, que no hay especialistas. Prácticamente lo dejan todo en nuestras manos y somos pocos, ya no nos damos abasto”, señala Pérez.

En regiones, la situación es peor. La mayoría de municipios no cuenta con hospitales y los centros de salud constituyen los únicos lugares en los que los pobladores pueden atenderse. Javier Peralta Huanca, secretario general de Remurpe menciona que los centros de atención primaria se encontraban en condiciones precarias desde antes de la pandemia. No había insumos, no había personal y la infraestructura es antigua. Cada municipio se ha hecho cargo de fortalecer estos centros. Si bien,el Ministerio de Salud y algunos médicos han apoyado en el fortalecimiento de los centros de salud más que los gobiernos regionales, la ayuda no ha sido suficiente y la situación cada vez es más complicada.

 

Además, al menos mil obstetras están contratados con el sistema de terceros, una modalidad que no les da estabilidad ni beneficios y que por el contrario desde hace dos meses no ha recibido sus pagos. “No podemos cubrir todos los turnos porque no hay personal suficiente”, asegura Pérez. La decana menciona que los jefes de área de diversos centros de salud del país han enviado distintas solicitudes a los jefes de establecimientos pidiendo la contratación de personal que pueda ayudarlos a atender a todas las gestantes. Sin embargo, hasta la fecha no han recibido respuesta.

La doctora Cristina Ricalde explica que ha faltado todo para un real fortalecimiento del primer nivel y, sobre todo, de la atención materna, desde la decisión política al más alto nivel hasta los niveles intermedios. “Solo se habla desde los escritorios, pero no hay nada operativo ni efectivo”, dice Ricalde. Según explica, no se han tomado las medidas adecuadas ni la estrategia que permita evitar esta situación. Estamos viviendo una segunda ola más fuerte que la primera y aún no le damos importancia al primer nivel de atención ni a la atención materna, mientras tanto el número de gestantes con COVID-19 seguirá en aumento al igual que la tasa de muertes maternas por problemas que se pudieron evitar.

 

Fuente: El Comercio