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“El partido, como país, lo seguimos perdiendo, qué nos dice la jornada electoral»

Por Enrique Castellanos.
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Así gane el candidato pro sistema, seguiremos siendo un país pegado con alfileres, nos debe quedar claro que evitar que Castillo llegue al gobierno no sería ninguna victoria.

Solo habremos tapado un penal, sostiene Enrique Castellanos. El economista y docente de la U. del Pacífico analiza la coyuntura y sugiere puntos importantes para quien finalmente gane en segunda vuelta.

Al momento de este artículo, todo parece indicar que la segunda vuelta sería entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori.

Me atrevería a afirmar que posiblemente Keiko venza a la propuesta extremista de Perú Libre. Sin embargo, así gane el candidato pro sistema, seguiremos siendo un país pegado con alfileres.

Porque nos debe quedar claro que evitar que Castillo llegue al gobierno no es ninguna victoria. Futbolísticamente hablando, solo habremos tapado un penal.

El partido, como país, los seguimos perdiendo contra la pandemia, la crisis económica, la inestabilidad política y la inoperancia del estado. Nada de eso habrá cambiado el 28 de julio. Seguiremos perdiendo el partido y muy lejos del arco rival.

Tenemos lo que nos merecemos. Ni más, ni menos. Y esta debacle diría yo empezó a gestarse en el 2016 con las últimas elecciones.

El frívolo gobierno de PPK que se arrancó haciendo aeróbicos en el patio del palacio y la intransigencia de la bancada fujimorista son unos de los gatilladores de tener cinco años para el olvido.

¿Cómo pedirle al 30% de peruanos en pobreza: azotados por el COVID-19, con limitado acceso a los servicios de salud, sin agua potable y con sus hijos prácticamente perdiendo el año escolar, que crean una vez más en los candidatos tradicionales?

Si usted perteneciese a ese 30%, le aseguro que miraría al señor Castillo con diferentes ojos.

Nuestro país no aguanta cinco años más como el lustro 2016-2021. Todo lo ganado en términos de crecimiento económico, desarrollo social, estabilidad política y jurídica pareciera que se esfumaron y nos han retrocedido al comienzo de los noventa.

La pandemia terminó por exponer nuestras falencias y decirnos que todo lo que mejoramos en las últimas décadas había sido claramente insuficiente.

Encima de ello, el mundo cambió. Protestas como las de Chile, Hong Kong, Francia y la misma polarización vista en EE.UU. nos hace ver que las demandas de las poblaciones son cada vez mayores.

Probablemente, este siguiente gobierno tenga una de las últimas oportunidades para salvar este país. Necesitamos en verdad hacer cambios sustantivos para enderezar el rumbo.

El nuevo presidente tendrá que ser un “hacedor de lluvia” para mover y hacer funcionar un estado lento, muchas veces corrupto y repleto de regulaciones.

El 29 de julio y como objetivo casi único le recomendaría que pida facultades extraordinarias al congreso para combatir la pandemia: más vacunas y más atención médica tanto ambulatoria como hospitalaria. Si seguimos enfermos y muriéndonos, pues nada va a funcionar.

En el corto plazo, tendrán que aumentar los gastos e inversión pública en salud, educación e infraestructura para darles esperanzas y oportunidades a esos millones de compatriotas a quienes los beneficios del crecimiento económico les han llegado a cuentagotas.

Para financiar lo anterior, deberíamos tomar más deuda pública, eliminar un sinfín de exoneraciones tributarias y reevaluar la creación de nuevos impuestos (ojalá no me quede sin amigos por decir esto).

Las anteriores medidas muy importante deberían estar acompañada, si o si, de un draconiano plan de austeridad gubernamental: reajustes de sueldos y beneficios a funcionarios, cierre de embajadas, gastos militares, etc.

Carlos Paez, sobreviviente del famoso accidente aéreo de 1971 en los andes chilenos, acuñó una famosa frase “después del día diez”.

Con ello hacia alusión a que luego de diez días, se suspendió la búsqueda del avión y los dieron por muertos. En ese momento Paez, les dijo a sus compañeros algo así como tengo buenas y malas noticias:

La mala es que han suspendido nuestra búsqueda, la buena es que ahora dependemos de nosotros mismos. Esperemos que nuestro país también sobreviva a estas elecciones o aterrizaje forzoso.

Pero en nuestro caso nadie vendrá a rescatarnos y la buena noticia es que dependemos de nosotros mismos desde el día uno para salvarnos.

Fuente: El Comercio