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El Juane y Taste Atlas: Una evaluación sin base ni fundamento

En el fascinante y, a veces hilarante, mundo de las críticas gastronómicas, surge Taste Atlas, la organización que, desde la comodidad de Croacia (Europa), se aventura a evaluar los sabores del mundo, incluyendo la selva amazónica peruana.
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JUANE

En el fascinante y, a veces hilarante, mundo de las críticas gastronómicas, surge Taste Atlas, la organización que, desde la comodidad de Croacia (Europa), se aventura a evaluar los sabores del mundo, incluyendo la selva amazónica peruana. Al respecto, cabe preguntarse: ¿Quién les otorgó a estos “jueces culinarios” la potestad de proclamarse los árbitros supremos de la gastronomía mundial? ¿Acaso un comité secreto de sibaritas europeos se reunió en una sala iluminada por velas para investirlos con la varita mágica de la evaluación culinaria?

Sigamos con las interrogaciones: ¿Quién establece los criterios para que esta organización europea se dé la atribución de calificar o descalificar los platos o comidas existentes en el vasto y diverso mundo culinario? Tal vez tengan una bola de cristal gourmet que les dicta qué es aceptable y qué es un crimen contra el buen gusto gastronómico.

No seremos los primeros en preguntarnos si estos expertos culinarios han explorado realmente el vasto espectro de sabores que nuestro planeta tiene para ofrecer, o si su experiencia se limita a las sobras del buffet de un restaurante cualquiera. La Amazonía peruana es un paraíso culinario, pero parece que para Taste Atlas, solo es un lugar más en el mapa que merece su juicio implacable desde el gusto europeo.

En un acto que podría compararse con un director de cine que nunca ha visto una cámara, Taste Atlas se erige como la autoridad suprema, sin importar cuán desconectada esté de las tradiciones y los secretos culinarios locales. ¿Cómo puede un europeo juzgar el sabor de un plato emblemático como el juane, cocinado con esmero en una casa de la selva, o comprender la historia que se cuenta a través de cada uno de sus ingredientes?

En última instancia, la pregunta que resuena es: ¿Quién les dio la llave del reino culinario? ¿Acaso el Dios de la gastronomía descendió de las alturas para entregarles el cetro del juicio sobre lo que es delicioso y lo que es desagradable?  

Mientras Taste Atlas se deleita en sus clasificaciones desde su sede europea, nosotros, los amantes de nuestra cocina, seguiremos disfrutando de los sabores auténticos y locales, sin necesidad de aprobación foránea. Que los europeos sigan con su comedia culinaria, mientras nosotros continuamos deleitándonos con las joyas gastronómicas que nuestra Amazonía tiene para ofrecer, sin la necesidad de un degustador europeo como guía.