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El carnaval riojano de antaño: una celebración de júbilo y tradiciones

El carnaval es una expresión de alegría y jolgorio que antecede a la Cuaresma su nombre, derivado del latín ''carnem levare'', simboliza la despedida de la carne antes del período de abstinencia cuaresmal.
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El carnaval es una expresión de alegría y jolgorio que antecede a la Cuaresma su nombre, derivado del latín «carnem levare», simboliza la despedida de la carne antes del período de abstinencia cuaresmal así pues, a nivel global, el carnaval es una celebración pagana que permite a la gente entregarse a la diversión antes de iniciar el período de reflexión y preparación para la Pascua en este contexto, como festividad traída por los españoles, el Carnaval Riojano se destaca como una celebración singular que ha crecido a lo largo de los años.

En la Rioja de antaño, esta festividad se celebraba durante tres días: domingo, lunes y martes, estrictamente 40 días antes de la Semana Santa. El uso de globos, chisguetes, baldes y talco era común en Rioja. Jóvenes y adultos se colocaban estratégicamente en lugares como la plaza de armas, parques, esquinas y balcones para mojar a los transeúntes, creando así una atmósfera festiva y alegre.

La tradición incluía la presencia de los “pishtacos”, individuos con rostros pintados con achiote, sapolín, betún o aceite quemado, que recorrían las calles de los cinco barrios pintando a quienes se cruzaran en su camino esta práctica, muy peculiar, era parte integral de la expresión lúdica y colorida que caracterizaba el carnaval en la zona el lema, «carnaval manda y nadie demanda», reflejaba la naturaleza desinhibida de la celebración, indicando que nadie debía molestarse si los mojaban o los pintaban.

Durante estos días festivos, la mayoría de los hogares preparaban el sabroso tamal, que se consumía acompañado de su café “ruparupa” o la exquisita chicha de higo. Además, no faltaba un licor típico para brindar con amigos o visitantes.

La última noche del carnaval se matizaba con la «fiesta del escudo», amenizada por las mejores orquestas regionales a este festejo la gente asistía muchas veces con disfraces y solo se permitía el uso de talco. Este evento también servía como un espacio para la confraternización entre diferentes estratos sociales de la comunidad.

Un personaje singular del Carnaval Riojano era el Ño Carnavalón, quien después de tres días de relajación, moría y era velado y enterrado ceremoniosamente el «miércoles de ceniza», previa lectura de su largo y jocoso testamento esta dramatización simbolizaba el fin de la festividad y la transición hacia la reflexión cuaresmal. 

El «miércoles de ceniza», aquellos católicos que participaron en las festividades acudían a la misa para recibir la ceniza en la frente como símbolo de arrepentimiento por los días de extremada diversión.

Todas las actividades señaladas, aunque sencillas, contribuían a la construcción de la identidad del Carnaval Riojano esta identidad es el resultado de la fusión de la cultura europea y amazónica a lo largo de los siglos.

Las décadas del 60, 70, 80 y 90 del siglo pasado fueron testigos de la esencia vibrante y colorida del carnaval en Rioja estos años marcaron una época en la que la tradición y la diversión se juntaron para crear una festividad única que dejó huella en la memoria colectiva de la comunidad.

Aunque el Carnaval Riojano va creciendo con el tiempo, su legado debe perdurar, recordándonos la importancia de preservar nuestras tradiciones. Cabe destacar que actualmente, Rioja es reconocida como la capital del carnaval en la región San Martín.