Según el portal web de Wikipedia, define el término religión como <<…un sistema cultural de determinados comportamientos y prácticas, cosmovisiones, éticas, textos, lugares sagrados, profecías u organizaciones que relacionan la humanidad a elementos sobrenaturales, trascendentales o espirituales.​..>> Por su parte, Google adiciona que esa relación entre la humanidad y la “divinidad”, está ligada con el reconocimiento de uno o varios dioses.

Por lo general, hemos usado este término (religión) para hacer referencia a nuestra Confesión de Fe, que es una cosa totalmente distinta; como vemos en el párrafo anterior, religión implica una serie de prácticas tradicionales para demostrar una relación divinidad – humanidad; mientras que la Confesión de Fe implica demostrar, con tu testimonio de vida, aquello que profesas ser (si queremos en estos términos, demostrar a que “religión” perteneces). En ambos casos, hay de por medio, este tema de poder rectificar que existe una interacción entre humanidad y divinidad. También es cierto que hay quienes no tienen el más mínimo interés de demostrar esa interacción, pues se profesan ateos, y entonces no creen en ello (en la divinidad); lo cual, no está mal, siempre y cuando su confesión no discrimine la de quienes sí creen.

El mes de octubre, es considerado por el pueblo católico peruano, el mes más importante en la profesión de fe, pues se conmemora y se rinde homenaje al Señor de los Milagros. La historia relata que en el Siglo XVI, un esclavo de Angola, que no tenía estudio alguno y ningún otro tipo de instrucción en las artes plásticas, plasmó, sobre una débil pared de adobe, la imagen del Cristo crucificado (imagen inicial, luego se le añadieron la imagen de Dios Padre y de María y María Magdalena); ésta era la imagen a la que los esclavos adoraban. En 1645 un terremoto remeció y “destruyó” Lima y el Callao, historiadores cuentan que, las grandes mansiones y demás casas, se vinieron abajo, por el tipo de construcción que tenían (adobe), todo cayó, todo, menos la débil pared en la que se encontraba la imagen del Cristo; afirman que ese fue su primer milagro. La historia nos dice que luego vino otro terremoto, de aproximadamente 15 minutos de duración, con los mismos resultados (imagen intacta); desde ese momento, a la fecha, se le rinde tributo a dicha imagen, a la cual se le ha atribuido un sinnúmero de milagros.

Por otro lado, para la comunidad protestante (los evangélicos), se considera a octubre, como el Mes de la Reforma, iniciado en el siglo XVI, en Alemania, por Martín Lutero; quien, en aras de revisar la doctrina de la Iglesia Católica, a la luz de la Biblia, encontró que muchas prácticas que algunos sacerdotes y obispos promovían, en ese entonces, no estaba fundamentada en ella (la Biblia), como la venta de indulgencias que contribuían con el enriquecimiento de estos malos elementos. En ese sentido, Lutero se vio obligado a protestar contra ello y, dadas las circunstancias, a defender aquello que afirmaba era lo más cercano a la Biblia; el acto más conmemorativo de todo ese proceso, fue el de Lutero clavando sus 95 tesis, en el portal de la Iglesia del Castillo de Wittenberg, hecho que dio inicio a todo el proceso de debates.

En estos últimos años, aunque considero que siempre fue así, he visto, con mucha pena, cómo las diversas confesiones de fe (doctrinas, iglesias, grupos…) lejos de promover asuntos en común, de unidad y de beneficio colectivo, han usado sus templos, púlpitos y demás espacios, para atacarse los unos a los otros, para insultarse y buscar humillarse entre ellos, todo con el fin de demostrar que, determinado grupo es el mejor y que sólo ellos tienen la “verdad absoluta”. Algo de razón tiene Ricardo Arjona, cuando dice <<…en este mundo hay más religiones que niños felices…>>

La religión como tal, pero con más fuerza esto de la religiosidad, no ha hecho otra cosa más que complicarnos la vida, de dividirnos en cuantos grupos sean posibles y de colocarnos en bandos opuestos. Cada quien busca jalar agua para su propio molino, pero, ninguno de los grupos ofrece algo distinto; ninguno de los grupo busca brindar a la humanidad, un mensaje de esperanza, que promueva la justicia, la equidad y una calidad de vida; por el contrario, la mayoría de grupos, pertenecientes a estas dos “religiones” (Católica y Protestante) te hablan del infierno o purgatorio, de una vida eterna, del cielo y del nuevo reino; y, en medio de sus discursos, nada cuestionables sino que por el contrario muy bien argumentados, te andan condenando cada cinco minutos, si no haces tal o cual cosa.

A inicios de este año, tuve el enorme privilegio de conocer muy de cerca, que hasta foto me tomé, al nuevo Cardenal del Perú, Carlos Castillo, me emocionó participar en su homilía y, escuchar sobre esa nueva propuesta de una iglesia más cercana a la sociedad, a quienes lo necesitan y de una iglesia que siempre debe estar presta a levantar su voz frente a las injusticias, de una iglesia que tiene ese toque social, que le falta a muchas. Es una pena que no pueda decir lo mismo de la otra parte, no porque no lo haya, sino porque de cada 10 predicas, apenas una tiene ese enfoque.

Es necesario que nos preguntemos, ¿qué tipo de iglesia queremos para nosotros, los feligreses? ¿Qué tipo de iglesia queremos mostrar, a quienes buscamos evangelizar? ¿Seguiremos peleando por demostrar quién tiene la verdad absoluta? O buscaremos, de alguna u otra forma, predicar el evangelio transformador, no sólo con la Biblia, sino con el testimonio vivo de nuestras vidas trasformadas que, considero, es la mejor forma de predicar.

Simplemente KAJOVEPI
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