Una nueva investigación revela que es posible sugestionar a la mente para que crea que ha comido más.

La expresión “engañar al hambre”, se ajusta perfectamente a una curiosa investigación que ha liderado el Instituto Rowett, perteneciente a la Universidad de Aberdeen, Escocia. El experimento consistía en comprobar si existe una especie de efecto placebo para el apetito. Es decir, si este depende solo de la ingesta calórica o interviene también la sugestión de la mente.

Los expertos reclutaron a 26 voluntarios y les dieron un contundente desayuno: una tortilla de tres huevos. El truco fue que a la mitad de ellos se les informó que era de cuatro huevos y al resto que solo había sido elaborada con dos. El seguimiento posterior no dejaba lugar a dudas: aquellos que pensaban que habían comido menos, estaban más hambriento después y comieron más pasta a la hora del almuerzo.

El director del estudio ha resumido así sus conclusiones, presentadas recientemente en una conferencia anual de la Sociedad Británica de Psicología: “trabajos anteriores ya habían demostrado la influencia de las expectativas de las personas en la sensación de hambre o saciedad. Nuestra investigación se ha centrado en la ingesta de alimentos sólidos entre el desayuno y el almuerzo. Quienes creían que había comido menos consumieron una cantidad menor de calorías que el resto durante todo el día”, dijo.

Antes, otros psicólogos ya habían observado este fenómeno con otro tipo de alimentos: líquidos y semisólidos, como sopas o cremas.

En la actualidad, los mecanismos del hambre son objeto de estudio habitual para la neurociencia, con la finalidad de combatir la obesidad y la aparición de dolencias asociadas al sobrepeso como la diabetes tipo 2.

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